miércoles, 2 de marzo de 2016

Escultura Barroca

ESCUELA ANDALUZA DE ESCULTURA, IMAGINERÍA.

La imaginería es el arte de tallar o pintar esculturas, dedicadas a la representación plástica de temas religiosos, por lo común realista y con finalidad devocional, litúrgica, procesional o catequética. Donde más influencia tiene es en la religión católica.

La Escuela Andaluza de Pintura:

Los sevillanos Juan Martínez Montañés y Juan de Mesa sobresalieron en la escultura barroca española, cuyos temas religiosos eran los de mayor importancia.
Utilizaron maderas policromadas para obras destinadas a ocupar retablos, sillerías de coro y pasos de Semana Santa.
Predomina en estas imágenes el realismo, con el uso de postizos comp pelo verdadero y ojos y lágrimas de cristal.
Son esculturas con sentido de movimiento, energía, tensión, de composición asimétrica con predominio de escorzos y fuertes contrastes de luces y sombras que realzan el efecto escenográfico.

La escultura barroca de la Escuela Andaluza toma muchas de estas características y, aunque también es realista, emplea un relaismo menos exagerado, mucho más clásico y sereno, buscando la belleza al mismo tiempo que atiende al contenido espiritual. El realismo se idealiza predominando la serenidad de imágenes bellas y equilibradas de modelado suave. La Escuela Andaluza se puede dividir en dos grandes focos de producción; Sevilla y Granada.

El primer maestro que destaca en Sevilla es Martínez Montañés cuya principal característica es la serenidad, el clasicismo, el sosiego y la búsqueda de la belleza. De talla muy modelada, sus grandes paños dan grandiosidad a la imagen. Su devoción va más dirigida al alma que a los sentidos, distando mucho su equilibrada policromía, del desgarrado color castellano.
Todo esto se aprecia en el Cristo de la Clemencia de 1603 sin excesivo dramatismo, con poca sangre y aún vivo, mira hacia abajo en actitud de conversar con el devoto. Responde al crucifijo con dos clavos en los pies, pero para evitar demasiada simetría, las piernas aparecen cruzadas. Crea con este crucificado el tipo de Cristo andaluz, muy humanizado, casi son notas sangrientas.
Cristo de la Clemencia.
 La representación de la Inmaculada ocupa un lugar especial en su iconografía. Para la Catedral de Sevilla hace una Virgen (La Cieguecita) que es una mujer joven, serena y melancólica, llena de dulzura y belleza, con el manto caído sobre los hombros, la cabeza levemente inclinada y una pequeña sonrisa ingenua y melancólica que la dota de gran religiosidad.
La Cieguecita.

 Montañés también creará el tipo de Niño Jesús desnudo, delicioso y bello. El de la Catedral de Sevilla desprende ternura, colocado sobre un cojín, extiende sus brazos demandando un abrazo y supone un acercamiento a los afectos humanos.

Niño Jesus de la Catadral de Sevilla.

 Entre sus discípulos está Juan de Mesa, se dedicó prácticamente a las imagenes procesionales.
 Sus desnudos revelan un gran conocimiento de la anatomía humana, los rostros de sus figuras reflejan una intensa vida interior y los ropajes de sus personajes crean intensos contrastes de luz. El crucifijo es el tema más frecuente en su producción y en especial, las imágenes de Cristo antes de la muerte. La culminación de su dramatismo está en el Jesús del Gran Poder en Sevilla, realizado en 1620 para la cofradía del Traspaso de Sevilla. La talla muestra la influencia del Jesús de la Pasión de Montañés, pero Mesa ofrece una versión de mayor dramatismo y expresividad, conseguida gracias a las huellas del sufrimiento del rostro y de la curvatura de la espalda.

Jesús del Gran Poder.

La Escuela andaluza se caracteriza por la suavidad en el modelado y por el uso de ropas y vestimentas para ornar las imágenes. Los pasos procesionales tienden a la figura exenta y devocional y a la riqueza ornamental.

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