lunes, 15 de febrero de 2016

ZURBARÁN.

FRANCISCO DE ZURBARÁN.

Francisco de Zurbarán destacó en la pintura religiosa,en la cual se aprecia una gran fuerza visual y un profundo misticismo. Fue un autor representativo de la Contrarreforma.
Sus composiciones se caracterizan principalmente por un modelado de claroscuro con tonos más ácidos.

CARACTERÍSTICAS DE SU PINTURA.

-Vocación naturalista: desde sus primeras obras se observa el ansia por pintar y captar con realismo las telas, sobre todo las telas blancas: las figuras de sus monjes suelen ser monumentales gracias a la simplicidad y precisamente es, además de pintor de frailes, un gran pintor de naturalezas.
– Aunque sus figuras de alta categoría divina las interpreta con trazos de escasa variación, lo mismo que para las femeninas crea un ideal de belleza, el resto de personajes (pastores, gente del pueblo, santos o sus acompañantes, religiosos…) son de gran realismo, verdaderos retratos que hacen vivir el espíritu del personaje al que encarnan.
– Se mantuvo siempre dentro del tenebrismo, pero es un tenebrismo muy peculiar, muchas veces los fondos no son totalmente obscuros: contrasta la escena de primer plano con un segundo término de muros o columnas en sombra.
– Coloca personas y cosas más yuxtapuestas que unidas entre sí. La escena casi siempre se desarrolla en un primer plano y los personajes casi no dejan espacio libre.
– En sus numerosos cuadros de frailes, pinta la vida corriente monacal (actos de caridad, humildad, tentaciones…) y, sobre todo, escenas en las que los santos y público beato, son recompensados con la presencia o aparición divina. Todo ello lo hace sin grandilocuencia ni teatralidad, pero con un tono solemne, grave y sincero, es decir, el fervor religioso aparece en él totalmente humanizado y comprensible, sereno y no afectado.

 FASES DE SU PINTURA:

Su obra es abundante donde se destaca un primera etapa donde los temas es la espiritualidad y la influencia del tenebrismo es notable. En una segunda fase , a mitad de siglo, su paleta se va aclarando, las formas delicadas y suaves. Pintor de la sencillez , de la vida cotidiana de los monjes. Encarna a la perfección el espíritu de la Contrarreforma . En este periodo se produce una crisis de su pintura, donde los encargos empiezan a disminuir y se dedicará a pintar encargos para conventos hispanoamericanos, especialmente de Lima. Coincide su declinar con el apogeo de Murillo.

PRINCIPALES OBRAS.

-Cristo en la Cruz (1627): Tiene una gran impresión de relieve. El lienzo blanco, luminoso, que le ciñe la cintura, con su hábil drapeado, contrasta dramáticamente con los músculos flexibles y bien formados de su cuerpo. Su cara se inclina sobre el hombro derecho. El sufrimiento, insoportable, da paso a un último deseo: la Resurrección último pensamiento hacia una vida prometida en la que el cuerpo, torturado hasta la extenuación, pero ya glorioso, lo demuestra.
En esa época, las obras, en ocasiones monumentales, trataban de recrearse morbosamente en la crucifixión, de ahí el número de clavos.

Cristo en la Cruz.
-Exposición del cuerpo de San Buenaventura (1629): La obra representa el ritual del velatorio o exposición del cadáver del santo Francisco Buenaventura de Fidanza y se enmarca en una serie sobre él. Este santo tiene el rostro lívido, está vestido con los hábitos litúrgicos y se destaca en sus piernas un capelo cardenalicio de vivo color encarnado sobre sus blancas ropas.
Yace en un escorzo en diagonal, rodeado de personajes dispuestos en semicirculo a su alrededor, entre los que se encuentran el papa Gregorio X y el rey Jaime I de Aragón. Los rostros parecen ser estudios del natural, por su fuerte individualización y personalidad.
Exposición del cuerpo de San Buenaventura.
 -Visión de San Pedro Nolasco (1629): Esta obra representa a San Pedro Nolasco, fundador de los mercedarios,soñando con una imagen de la Jerusalén celeste,que aparece recortada entre unas nubes a la izquierda del espectador, en presencia de un ángel que la señala.
La obra forma pareja con la Aparición de San Pedro San Pedro Nolasco. Se trata de dos obras de la época inicial de la trayectoria de Zurbarán. En ellas se plasma la expresión de las fiugras, los valores táctiles y calidad de las texturas y el cromatismo de blancos y grises en composiciones austeras.
La aparición de la ciudad fantástica se reviste de sobriedad, en conjunción con las figuras del resto del cuadro.

Visión de San Pedro Nolasco.
 -Apoteosis de Santo Tomás de Aquino (1631): El lienzo, enorme, representa a Santo Tomás de Aquino, una de las figuras más relevantes de la teología cristiana. Por su importancia aparece rodeado de los cuatro Padres de la Iglesia, otros tantos personajes fundamentales para la elaboración de la doctrina. Los cinco intelectuales se encuentran en el plano superior del cuadro, que simboliza el mundo divino. Sobre sus cabezas, el cielo en pleno asiente a sus conclusiones: destacan Dios Padre y Dios Hijo con la cruz. A estas dos figuras trinitarias se añade en el centro la paloma del Espíritu Santo, que ilumina con sus rayos a Santo Tomás. En el plano inferior se encuentra representada la tierra: los personajes principales de la Orden y el emperador Carlos V.

Apoteosis de Santo Tomás de Aquino.

-Bodegón con cacharros (1633): Se trata de una sencilla pero ejemplar composición con cuatro objetos de la vajilla tradicional y la luz como únicos protagonistas.Tres vasijas muy alfareras y otras tres piezas de metal. El pintor, seducido por "la pura técnica pictórica, las texturas y el goce estético" los ha colocado sobre una repisa, bien alineados y enmarcados por un fondo neutro. Se aprecia la conjunción magistral del crudo realismo y la ternura por las pequeñas cosas cotidianas, que dan como resultado un misticismo rústico y de hermosa solidez.

Bodegón con cacharros.



























































































































































































































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