martes, 16 de febrero de 2016

MURILLO

BARTOLOMÉ ESTEBAN MURILLO.


Bartolomé Esteban Murillo fue un pintor barroco español. Formado en el naturalismo tardío, evolucionó hacia fórmulas propias del barroco pleno con una sensibilidad que a veces anticipa el Rococó.

Características:
Murillo como genial exponente de la pintura barroca da prioridad al desarrollo importante de sus dos técnicas aportantes mas relevantes, iluminista y pictórica, que supo sintetizarlas en una expresión técnica impactante.

Las características de sus obras las expresa en sus importantísimos componentes a través de un análisis pictórico para que tengas una idea muy clara y precisa de la increíble calidad artística de este genial pintor.

*Estilo:
Se observa en ella todas la características propias del Barroco, composición movida y dinámica, con predominio de líneas curvas y diagonales; color rico y variado, pero con un color predominante que da unidad al cuadro usaba el dorado; contrastes de luces y sombras; pérdida de importancia de la línea; realismo y gusto por el detalle; falta de claridad y confusión, etc.

*Color:
Una gran riqueza cromática, el colorido es vivo, lleno de matices. Predominan los tonos cálidos, dorados, contrastando con los fríos... Las pinceladas son sueltas, espontáneas, vaporosas, fluidas. 


*Luz:
Murillo emplea una técnica iluminista. Sobre el fondo dorado, radiante, se recorta la figura protagonista, como el desarrollo del tema religioso, son famosas sus vírgenes en forma especial, las presentaba envueltas en luz para indicar su carácter celeste. Su rostro y vestido blanco irradiaban luz. La zona izquierda solía presentarla muy iluminada, mientas que la derecha está oscura o en penumbra abajo. Dominaba el contraste usando su característica luminosidad.

*Género:
Se trata de una pintura religiosa, de devoción, muy usual en la España del siglo XVII.

*Tema:
El pintor representa a sus vírgenes con una imagen encantadora, llena de gracia y elegancia.

*Composición:
La composición era espontánea y libre, en las más variadas actitudes y posturas, llenas de movimiento. Usaba el centro de la composición una figura central de canon estilizado y rodeándola, en movimiento curvo, usaba los angelitos que Murillo agrupaba de forma desigual. Unos son muy visibles mientras que otros desaparecen en la penumbra, ya que hay varios planos de profundidad que dominaba muy bien. El pintor evita la frontalidad y destaca las lineas ondulantes y las diagonales, con abundantes escorzos. La perspectiva es aérea. Es un estilo dinámico y escenográfico, teatral, pero sin violencia.

*Dibujo:
 El dibujo perdía importancia ante el color y la luz, aunque el pintor fue un gran dibujante. Los contornos los hacia esfumados y diluídos.  


 FASES DE LA PINTURA DE MURILLO:

Su estilo se divide en tres fases:

-Estilo frío:
Comienza con este estilo alrededor del 1640 al recibir encargos para órdenes religiosas de Sevilla. De esta época se destacan, La adoración de los pastores y San Francisco Solano y el toro.

LA ADORACIÓN DE LOS PASTORES.
SAN FRANCISCO SOLANO Y EL TORO.

 -Estilo cálido:Dulcifica, redondea y humaniza sus creaciones. De esta época destacan tanto cuadros con motivos religiosos como de la vida cotidiana, entre ellos se destacan, La Virgen del Rosario, La Sagrada Familia del Pajarito

LA VIRGEN DEL ROSARIO.
 
LA SAGRADA FAMILIA DEL PAJARITO.


-Estilo vaporosa:En esta época se consolida su personal estilo vaporoso. Hacia 1660 su reconocimiento es grande, recibiendo muchos encargos, sobre todo de fundaciones religiosas, e incluso llega a invertir en la fundación de la Academia de pintura de Sevilla. En este periodo pintó inmaculadas, niños y anunciaciones.

Entre estas se destacan, La Virgen de la servilleta, El buen pastor, San Isidoro de Sevilla.
LA VIRGEN DE LA SERVILLETA.
EL BUEN PASTOR.
SAN ISIDORO DE SEVILLA.


PRINCIPALES OBRAS:

 -La Inmaculada Concepción: Murillo creó una fórmula de gran éxito para la representación de la Inmaculada, con la Virgen vestida de blanco y azul, las manos cruzadas sobre el pecho, pisando la luna y con la mirada dirigida al cielo. Al mismo tiempo le otorga un claro impulso ascensional que la sitúa en un espacio celestial lleno de luz, nubes y ángeles. Así aunaba dos tradiciones iconográficas: la de la Inmaculada y la de la Asunción. 

LA INMACULADA CONCEPCIÓN.
-El Buen Pastor: En esta obra, Murillo,  introduce efectos de luz brillantes que iluminan los personajes centrales (el niño), Murillo consigue una cara nítida. Las líneas de composición verticales y horizontales rotas por la diagonal del bastón de pastor y de su pierna izquierda marcan un paralelismo con lo que rompe el simetrismo y refuerza el efecto cuadriculado que da el resto de la composición. El paisaje del fondo deja entrever unas arquitecturas de líneas rectas, mientras que el resto del rebaño casi se desvanece en la parte derecha del espectador entre las nubes del cielo pintadas de forma vaporosa. En la esquina derecha inferior se encuentra marcada con una flor de lis que corresponde a la señal que demuestra la pertenencia de dicha obra a la colección de Isabel de Farnesio.
La composición estuvo preparada por previos dibujos.

EL BUEN PASTOR.
 -El Sueño del Patricio: Este cuadro junto con El patricio Juan y su esposa revelan su sueño al papa Liberio y dos medios puntos menores que representan la Inmaculada Concepción y el Triunfo de la Eucaristía. Fueron pintados para la Iglesia de Santa María la Blanca (Sevilla).
 La Virgen  se aparece en sueños al patricio romano Juan y a su mujer para transmitirles su voluntad de que edificasen una iglesia cuya planta debía seguir la trazada en el monte Esquilino por una nevada milagrosa en pleno mes de agosto.
Están considerados los dos lienzos entre los más importantes de la producción de Murillo, tanto por su tamaño, como por su ambición compositiva y la magistral manera en que está resuelta la narración pictórica.


EL SUEÑO DEL PATRICIO.

-Mujeres en la ventana: Se utiliza el mismo tono amable y anecdótico y la misma atracción hacia los desheredados y la gente sencilla que en las célebres composiciones donde son protagonistas los niños; capta de la misma forma las reacciones espontáneas y nos muestra en él a dos mujeres que parecen dirigirse al espectador con rostros sonrientes. La más joven apoya sus brazos en el alféizar de la ventana, expresando en su rostro una sonrisa cargada de malicia y dotada de cierta retranca. La mayor, intenta ocultar su expresión divertida llevándose la toca a los labios, por más que el destello de sus ojos muestre de forma evidente que comparte el jolgorio de su más joven acompañante.

MUJERES EN LA VENTANA.

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